H oy vivimos con miedo. Las calles, las plazas, las esquinas están vacías. La noche perdió todo romanticismo al convertirse en el peor momento. El mas temido por el ciudadano mediocre. Tenemos miedo, las viviendas entre rejas lo demuestran, pero también los policías convirtiéndose en fronteras de barrios pobres, con gente pobre, moral y materialmente, que teme tanto a su vecino pero también al uniformado que trabaja por su seguridad, al servidor público de la ciudad que lo mira con desdén, como diciendo "algo vas a hacer". La clase media de Paraná tiene miedo a esa gente que tiene miedo a esos policías que cuidan la propiedad privada de quienes gozan de ella, mientras que los que no tuvieron esa suerte,
tienen miedo a que el policía crea que como no tiene nada busca hacerse de algo ajeno, que no le pertenece, pues es del vecino bien, el que pone la mosca para que se le proteja, porque tiene miedo, demanda deshacerse de ese miedo, ahí esta la policía, con su oferta: ser la frontera entre la seguridad y el miedo. La seguridad a sus espaldas, se reparte entre departamentos, casa con garaje, familias trabajadoras. El miedo, en cambio, es para ellos: los que no gozan del derecho de la propiedad, son indómitos que necesitan que alguien les diga qué hacer, qué esta bien y qué no; porque no participan de la discusión pública, son los hijos del rigor. Pero lo que sienten no lo pueden evitar. tienen miedo al que les roba una cartera con un documento, veinte pesos, y la llave. Sienten también impotencia mezclado con indignación, porque es el miedo lo único que no tiene, en sus vidas vulnerables, solución.