Critica a la (falta de) razón
Walter Fabian Gomez
¿Quién tiene la razón en este conflicto entre el sector agropecuario, (digamos para evitar el cliché "campo"), y el poder ejecutivo (en fin, el "gobierno")? Es justamente mi tarea escribir dos artículos, el primero que trate de explicar por qué en esta situación de tire y afloje es el oficialismo el qué esta en lo correcto y no los ruralistas, y en el otro, un tanto contradictorio, debe analizar sobre por qué, en cambio, son los chacareros y no los políticos K los que llevan la recta razón en esto cuatro meses de acérrima disputa.
Pero me disponía a comenzar mi tarea, fiel a lo que se me pidió (la redacción de dichos artículos) e inmediatamente, como una espontaneidad intelectual, se me vino a la memoria un librito que había leído ya hace unos años atrás y que había olvidado. Éste se llama "Apologías y Rechazos" y su autor es Ernesto Sabato.
En este libro, que recopila trabajos que el escritor publicó en diversos medios gráficos de Buenos Aires, Sabato refiriéndose al antisemitismo nos dice "los antisemitas proceden como el resto de mortales que creen obrar a bases de razones cuando en verdad sólo se mueven impulsados por sentimientos, pasiones e instintos. Los conductores de masas han tenidos siempre presentes este atributo de la condición humana y han apelado siempre a las pasiones --preferentemente a las bajas-- para desatar tremendos movimientos, que jamás lograron desencadenar aquellos lideres de partidos que pretendieron hacer razonar a las multitudes"... Así, sobre la base de estas palabras, estos cuatros meses de feroces palabras y no menos situaciones de violencia sólo reafirman esto que Sabato menciona como la principal arma de destrucción masiva, la pasión.
Conflictos, gritería sin sentido, recursos archí conocidos, basura masiva de información, con un uso desmedido de la pasión, sobre todo eso y nada de razón.
Consultando medios de comunicación para encontrar algo que me ayude a entender los tiempos que corren me encontraba a cada paso con un show que nada tiene que ver con el debate de un modelo de país: palabras disparadas como mísiles de un lado y del otro, pocos argumentos, pobres argumentos, ¿y la raíz del momento histórico que estamos viviendo? "Bien gracias". Nada, pocos quieren tomar el pico y la pala, y cavar para llegar al fondo de la cuestión, sólo "este dijo esto y aquello" o "este otro declaró tal cosa en una clara mención a este otro", y así esto se vuelve un puterio de barrio, donde la razón, la facultad de sentarse a discutir ideas, de limarla y definirlas se pierde entre fotos y titulares de palo seco a dos páginas llenas.
A propósito de esto, nuestro filósofo José Pablo Feinmann, que suele escribir en el diario porteño Página12 se manifiesta de la misma manera en este medio y declara que ya no se discuten ideas sino que lo que se exponen sirve para ocultar intereses y que ante palabras suyas tales como "Las retenciones al agro, por medio de un Gobierno con tenues tendencias a intervenir en la economía, son importantes para una paulatina redistribución de la riqueza, aun cuando, como todos sabemos, ese Gobierno no quiere ir más allá de un proyecto democrático, capitalista, con toques de distribucionismo, de un keynesianismo que lo acerca, aunque levemente, al Estado de Bienestar del primer peronismo, el que se explayó, sobre todo, entre 1946-1952" ( contratapa: "Lo que hay y lo peor" J.P.F. 20/4/2008), ante esto, dice, nadie osa rebatirlo por la falta de entendimiento que impera en el conflicto. Excelente, pero Feinmann no concluye con esto sino que por el contrario sigue cosechando fervor sin razón, él usa de forma excelente la prosa pero con un fin movilizador y, por lo tanto, utilitario y no reflexivo. Feinmann que a publicado excelentes libros y demás cursos filosóficos de la misma lucidez, debería desdeñar de escribir cosas tales como "El llamado ‘campo’ es proto-golpista" (Ídem) o recurrir a la doxa para decir que "en Argentina cualquier pelotudo tiene un blog" (Feria del libro de Buenos Aires 2008) porque si bien tiene y usa la razón en algunas cosas, la destruye y hace añicos en otras, contribuyendo finalmente a este "desierto de lo real".
Entonces, si hay debates en los medios, estos son pocos y escasos cuando no dudosamente sencillos. Por ejemplo, Las retenciones, según se afirma desde el gobierno, son para una distribución equitativa de la riqueza del país, vale aclarar, para hospitales, escuelas lugares públicos, y ello está más que claro. Pero enseguida como el rayo que le sigue al nubarrón, sin dejar margen a la acción, aparecen los que mandan en el campo, (representando a quién, es lo que debería discutirse hasta el cansancio) las cuatros entidades que explotan el suelo y su riqueza con De Angelis como un anacronismo del viejo caudillo entrerriano, a reclamar un robo que según consideran, comenzó el gobierno cuando dictó en marzo la resolución 125 que llevaría adelante dichas retenciones, --y que finalmente, cual goleador que mete, en los últimos minutos del partido, el gol salvador, el vicepresidente Cobos definió a favor de los ruralitas. A partir de ahí el desconcierto total, se comenzó a banalizar un debate que no debería haber sido llamado Campo vs. Gobierno, por que "todo tiene que ver con todo", como decía mi viejo, a lo que agregaría "y con todos". Por qué, si las retenciones es una medida destinada a una mejor repartija de la torta para todos, aparece el egocentrismo campestre acusando al gobierno de ladrones y demás adjetivos des-calificativos y a esto, para colmo, responde la paranoia Kirchnerista que de manera retórica, para que sean efectivas sus palabras, expone su enojo, su odio. Pero ¿No deberíamos ser todos los que, sin ser juguetes de los instintos –despertados por otros, claro está--, discutamos racionalmente, qué es mejor para el país?
Y me detengo a repensar: ¿no hay discusión de seres racionales por ningún lado o son los medios los que muestran a la realidad mutilada y así difunden la irracionalidad para impedir el trascendental uso de la razón? Creo que ambos.
Y es así, porque tanto de un lado como el otro se entiende a los medios como esos cinco minutos de fama en que se debe movilizar las pasiones de la población en pos de intereses egoístas. Ya no se cree --no sé si alguna vez se hizo--, en los medios como herramienta democrática que evite el ocultamiento mostrando la diversidad de ideas, de opciones de posturas, no, hoy lo hegemónico (¿quién decide qué es hegemónico? Deberíamos pensar) esconde lo demás. O somos Tinellistas o Pergolinistas, piqueteros o ruralistas, de izquierda o derecha, del campo o del gobierno. Y a esto apostaron los medios, a las dicotomías que convocan públicos fragmentados, es decir, enfrentados. Como si nos debiéramos conformar con ser espectadores que solamente miran el tren pasar, totalmente ajenos a la situación, se divide al país en Campo y Gobierno y el que se quedo afuera que se joda, o es blanco o negro ¡Nada de grises!
Tratar escribir, entonces, dos artículos sobre quien tiene la razón, creo que sería primero, echar más leña al fuego y segundo arbitrar sobre quién manipula mejor la conciencia de la gente y no quién tiene la mejor idea. Esto es así, el camino más fácil sigue siendo la apasionante y sencilla ignorancia.
Walter Fabian Gomez
¿Quién tiene la razón en este conflicto entre el sector agropecuario, (digamos para evitar el cliché "campo"), y el poder ejecutivo (en fin, el "gobierno")? Es justamente mi tarea escribir dos artículos, el primero que trate de explicar por qué en esta situación de tire y afloje es el oficialismo el qué esta en lo correcto y no los ruralistas, y en el otro, un tanto contradictorio, debe analizar sobre por qué, en cambio, son los chacareros y no los políticos K los que llevan la recta razón en esto cuatro meses de acérrima disputa.
Pero me disponía a comenzar mi tarea, fiel a lo que se me pidió (la redacción de dichos artículos) e inmediatamente, como una espontaneidad intelectual, se me vino a la memoria un librito que había leído ya hace unos años atrás y que había olvidado. Éste se llama "Apologías y Rechazos" y su autor es Ernesto Sabato.
En este libro, que recopila trabajos que el escritor publicó en diversos medios gráficos de Buenos Aires, Sabato refiriéndose al antisemitismo nos dice "los antisemitas proceden como el resto de mortales que creen obrar a bases de razones cuando en verdad sólo se mueven impulsados por sentimientos, pasiones e instintos. Los conductores de masas han tenidos siempre presentes este atributo de la condición humana y han apelado siempre a las pasiones --preferentemente a las bajas-- para desatar tremendos movimientos, que jamás lograron desencadenar aquellos lideres de partidos que pretendieron hacer razonar a las multitudes"... Así, sobre la base de estas palabras, estos cuatros meses de feroces palabras y no menos situaciones de violencia sólo reafirman esto que Sabato menciona como la principal arma de destrucción masiva, la pasión.
Conflictos, gritería sin sentido, recursos archí conocidos, basura masiva de información, con un uso desmedido de la pasión, sobre todo eso y nada de razón.
Consultando medios de comunicación para encontrar algo que me ayude a entender los tiempos que corren me encontraba a cada paso con un show que nada tiene que ver con el debate de un modelo de país: palabras disparadas como mísiles de un lado y del otro, pocos argumentos, pobres argumentos, ¿y la raíz del momento histórico que estamos viviendo? "Bien gracias". Nada, pocos quieren tomar el pico y la pala, y cavar para llegar al fondo de la cuestión, sólo "este dijo esto y aquello" o "este otro declaró tal cosa en una clara mención a este otro", y así esto se vuelve un puterio de barrio, donde la razón, la facultad de sentarse a discutir ideas, de limarla y definirlas se pierde entre fotos y titulares de palo seco a dos páginas llenas.
A propósito de esto, nuestro filósofo José Pablo Feinmann, que suele escribir en el diario porteño Página12 se manifiesta de la misma manera en este medio y declara que ya no se discuten ideas sino que lo que se exponen sirve para ocultar intereses y que ante palabras suyas tales como "Las retenciones al agro, por medio de un Gobierno con tenues tendencias a intervenir en la economía, son importantes para una paulatina redistribución de la riqueza, aun cuando, como todos sabemos, ese Gobierno no quiere ir más allá de un proyecto democrático, capitalista, con toques de distribucionismo, de un keynesianismo que lo acerca, aunque levemente, al Estado de Bienestar del primer peronismo, el que se explayó, sobre todo, entre 1946-1952" ( contratapa: "Lo que hay y lo peor" J.P.F. 20/4/2008), ante esto, dice, nadie osa rebatirlo por la falta de entendimiento que impera en el conflicto. Excelente, pero Feinmann no concluye con esto sino que por el contrario sigue cosechando fervor sin razón, él usa de forma excelente la prosa pero con un fin movilizador y, por lo tanto, utilitario y no reflexivo. Feinmann que a publicado excelentes libros y demás cursos filosóficos de la misma lucidez, debería desdeñar de escribir cosas tales como "El llamado ‘campo’ es proto-golpista" (Ídem) o recurrir a la doxa para decir que "en Argentina cualquier pelotudo tiene un blog" (Feria del libro de Buenos Aires 2008) porque si bien tiene y usa la razón en algunas cosas, la destruye y hace añicos en otras, contribuyendo finalmente a este "desierto de lo real".
Entonces, si hay debates en los medios, estos son pocos y escasos cuando no dudosamente sencillos. Por ejemplo, Las retenciones, según se afirma desde el gobierno, son para una distribución equitativa de la riqueza del país, vale aclarar, para hospitales, escuelas lugares públicos, y ello está más que claro. Pero enseguida como el rayo que le sigue al nubarrón, sin dejar margen a la acción, aparecen los que mandan en el campo, (representando a quién, es lo que debería discutirse hasta el cansancio) las cuatros entidades que explotan el suelo y su riqueza con De Angelis como un anacronismo del viejo caudillo entrerriano, a reclamar un robo que según consideran, comenzó el gobierno cuando dictó en marzo la resolución 125 que llevaría adelante dichas retenciones, --y que finalmente, cual goleador que mete, en los últimos minutos del partido, el gol salvador, el vicepresidente Cobos definió a favor de los ruralitas. A partir de ahí el desconcierto total, se comenzó a banalizar un debate que no debería haber sido llamado Campo vs. Gobierno, por que "todo tiene que ver con todo", como decía mi viejo, a lo que agregaría "y con todos". Por qué, si las retenciones es una medida destinada a una mejor repartija de la torta para todos, aparece el egocentrismo campestre acusando al gobierno de ladrones y demás adjetivos des-calificativos y a esto, para colmo, responde la paranoia Kirchnerista que de manera retórica, para que sean efectivas sus palabras, expone su enojo, su odio. Pero ¿No deberíamos ser todos los que, sin ser juguetes de los instintos –despertados por otros, claro está--, discutamos racionalmente, qué es mejor para el país?
Y me detengo a repensar: ¿no hay discusión de seres racionales por ningún lado o son los medios los que muestran a la realidad mutilada y así difunden la irracionalidad para impedir el trascendental uso de la razón? Creo que ambos.
Y es así, porque tanto de un lado como el otro se entiende a los medios como esos cinco minutos de fama en que se debe movilizar las pasiones de la población en pos de intereses egoístas. Ya no se cree --no sé si alguna vez se hizo--, en los medios como herramienta democrática que evite el ocultamiento mostrando la diversidad de ideas, de opciones de posturas, no, hoy lo hegemónico (¿quién decide qué es hegemónico? Deberíamos pensar) esconde lo demás. O somos Tinellistas o Pergolinistas, piqueteros o ruralistas, de izquierda o derecha, del campo o del gobierno. Y a esto apostaron los medios, a las dicotomías que convocan públicos fragmentados, es decir, enfrentados. Como si nos debiéramos conformar con ser espectadores que solamente miran el tren pasar, totalmente ajenos a la situación, se divide al país en Campo y Gobierno y el que se quedo afuera que se joda, o es blanco o negro ¡Nada de grises!
Tratar escribir, entonces, dos artículos sobre quien tiene la razón, creo que sería primero, echar más leña al fuego y segundo arbitrar sobre quién manipula mejor la conciencia de la gente y no quién tiene la mejor idea. Esto es así, el camino más fácil sigue siendo la apasionante y sencilla ignorancia.
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