Hay veces que me decís: "estás loco" y yo sonrió resignado porque no le encuentro remedio a tu interpretación banal de mis palabras que a pesar de su procedencia profunda mueren ahí, asesinadas por tu inocente indiferencia. Pero el haz de palabras que se cuela por el orificio de mi boca son como moscas persistentes que zumban y zumban, y buscan el espacio calmo de tu interior para posarse en él, y quieren que las vayas percibiendo de a poco, como una leve cosquilla, que luego se torna insistente y molesta y !paf¡ las espantas... pero su caricia inquieta queda en vos, y ellas, las moscas de mis palabras, siguen ahí inquieta buscando el mejor momento para besarte.
Cuando callo, en cambio, mi silencio también te habla y el tuyo me contesta, nos diluimos en ellos, a veces en miradas otras veces en la indiferencia y casi siempre caer en caricias que se adhieren a la piel como mi aliento húmedo detrás de tu espalda, es el mejor final para volver a empezar, pero ya ves, a pesar del la consumación del placer... en fin, no contribuyen mucho en nada, siempre hay algo más. Los días, las horas, etc, (sí también los etcéteras) nos condenan a la búsqueda desesperada de algo que nosotros, atravesados por el mismo acero, creemos encontrar entre sábanas. Pero la mayoría del tiempo utilizamos las palabras, (o ellas nos utilizan a nosotros), y nos volvemos sordos, transitamos en ellas como inexpertos, principiantes que tropiezan cien veces con la misma endemoniada piedra, y nos perdemos amor. Nos volvemos a buscar y nos hallamos siempre en el mismo lugar, donde ya las palabras no existen, no son necesarias, no ya para nuestro lado animal. De manera que seguimos buscándonos en las palabras, y encontrándonos fuera de ellas. Es el nuestro un amor silencioso, lleva en si la brisa del verano que sólo se percibe como una caricia cálida, y nada más. Pero mis palabras también pueden y deben amarte. Si escucharas en otro plano donde los sentimientos nos sacuden, y son lacerantes, donde las palabras se fundan con ellos para encender el dolor que, a pesar de su mala reputación, nos enseña que estamos vivos, que eso es la vida: una dureza rauda e intolerable para la carne, pero vital, asombrosa e inolvidable.
Pero como ni siquiera llegan a entrar en vos mis palabras, las moscas cansadas de aletear buscando el lugar donde posarse mueren. Crees que soy un intelectual, y que eso te exime de la tarea de interpretar lo que digo. No. No sé nada de eso... quizás sí acepte un poco tu manera de verme: como un loco inofensivo. Es nuestra manera de comunicarnos. Vos escuchas, pensás que soy muy complicado, y me tratas de loco. Yo que no busco que entiendas, busco tu corazón, que tus sentimientos abrasen mis palabras, me encojo de hombros y espero impaciente el momento en que coincidimos, mudos y extasiados de amor ¿sentís?
Muchas veces me obsesiona llegar a vos con las manos invisibles de las palabras. Busco algo en vos, pero a diferencia de la mayoría de las personas que nos rodean y nos condenan, no busco la exaltación, el jadeo liberador de opresiones insoportables, ni caricias que queman los instintos y callan la razón (no niego que las prefiera, pero ya ves, no contribuyen mucho a nada), también quiero colmarte de palabras, entro a tu laberinto con ellas, y te busco.
Esta búsqueda insistente, los encuentros súbitos en los que nos volvemos a perder, algo llamado amor, es lo que somos. Sigamos en él. En medio de todo este griterío sordo de gentes que creen en la felicidad cuando están cómodos, nos buscamos infelices amor, nos amamos persiguiéndonos, recorriéndonos, extraviándonos, despidiéndonos y volviéndonos a buscar. Quizás llegue el momento en que no te encuentre, o el instante en que no te busque, y que me canse de atropellar a todos por tu amor... no lo sé. Solo sé que esta es mi manera de amarte y de sentirme amado. Tal vez todo esto ya te lo dije alguna vez, seguro ya lo olvidaste, y me estás buscando. Te espero... en silencio te busco y te espero.
(fabi_11g@hotmail.com)
lunes, 19 de enero de 2009
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